Esta pequeña joya finalista del Premio Desnivel de Literatura'14 engarza seis historias preciosas sobre Yosemite, donde la realidad se presenta adornada con una generosa dosis de ficción, y en la que su autor, desde el paisaje y las acciones, consigue transmitir intensas emociones.
Los protagonistas de estas páginas son los bosques, los ríos y las moles de granito de Yosemite; pero también las personas y sus epopeyas personales: los miwok de las montañas, John Muir, Carlenton Watkins, Henry David Thoreau, Asa Gray, Ralph Waldo Emerson, Joseph Leconte, Galen Clark, Emily Dickinson, Albert Bierstadt, Francis Holman, James O. Curwood, el Sierra Club, Ansel Adams, Warren Harding, Carl Boenish y Dan Osman. Todos ellos nos hablan del paso del tiempo, pero también de su inocuidad, en un lugar donde cada hombre es apenas una mota de polvo entre las manos de cíclope de Yosemite.
Dialogan sobre el magnetismo del paisaje, de la sombra de una cumbre avanzando al atardecer sobre las rocas desnudas. Atados al ritmo de la tierra, tiemblan con la fuerza de un terremoto, o se dejan hipnotizar por las luces mágicas de una cascada de fuego. Tumbados sobre un tronco al borde del acantilado, conversan sobre la próxima crecida de los ríos, nutridos por un deshielo temprano. Miran el mundo parapetados detrás de una cámara, atrapando la luz con sus lentes esféricas. Trepan por las paredes aceptando el desafío, el instinto atávico de dominar las cumbres. Con los ojos cerrados saltan al vacío, apostando la vida para sentir el aire en la cara, y liberan sus demonios frente al abismo, emocionados por la sensación del vértigo.
Palabras evocadoras, delicadas y sencillas que nos transmiten luz. La luz que ilumina las rocas del paisaje singular de Yosemite.
